Vestidos & Prosa: Prosa I: Lunes

Hoy es Lunes.

Y todo sabemos qué significa eso. Dejar atrás el dulce olor del fin de semana, con sus largas siestas y sus películas de tarde-noche de domingo. Los domingos están hechos para el placer, para las sábanas de franela y los sofás calientes, pero los lunes no.

El lunes es el primer día de la semana. El segundo para los ingleses, que lo decidieron así porque ya era bastante horroroso empezar la semana, como para aún encima hacerlo en lunes.

El lunes es el caos, el constante dolor de cabeza, el pie torcido del martes, el mal compañero del miércoles y el envidioso del resto de la semana. Es un niño llorando, un pie que pisa un lego, ropa sucia, platos sin lavar, un metro que se te escapa en las narices, unas medias que se rompen nada más ponértelas, tener una caja de galletas en la despensa y que esté vacía. El lunes es Biff de Regreso al futuro, es el Joker de Batman, es el Moriarty de Sherlock, Smith de Neo, la niña de La Caza, la isla de Náufrago y Perdidos y, sobre todo, es el T-1000 de Terminator.

Soy un prototípico Garfield sentado en el alféizar de mi ventana, comiendo un gran plato de lasaña, aborreciendo a todo el mundo sólo porque el calendario indica un determinado día de la semana. Porque un lunes puede concederse más que un viernes. El lunes puede desear ser el día de la marmota y conseguirlo. Y entonces soy Bill Murray, atrapada en un mismo y aburrido día, en el que no me enamoro, ni tengo éxito en mi carrera y, lo más importante, nadie parece tener tiempo para enseñarme a tocar el piano.

Nada ni nadie se salva de un lunes. Debes esperar con paciencia y calma a que todo pase. Resguardarte de la tormenta y esperar a que el día continúe sin más contratiempos de lo habitual. Después de todo, es lunes, y todo sabemos que todo lo malo siempre pasa en lunes.

Pero, de repente, todo cambia. Hay algo diferente y puedes notarlo. Es lunes y puedes descansar. Este tímido lunes se ha levantado con sonrisa de viernes, ganas de sábado y sábanas de domingo. Y tú, atónito ante tu suerte, te quedas con los pies fríos entre las sábanas deseando que todos los días sean este tipo de lunes.